martes, 12 de julio de 2011

OBSERVACIÓN Y PLANEACIÓN DE LAS EXPERIENCIAS DE LECTO- ESCRITURA EN EL NIÑO .

La puesta en práctica de toda situación de aprendizaje, requiere que se considere los tres momentos del método didáctico: Planeación, Realización y Evaluación.
Así,  Planear- Realizar – Evaluar son acciones que deben entenderse como interrelacionadas, la planeacion y la evaluación son procesos participativos por que en ambos, intervienen tanto el educador como el alumno.
Durante la planeación el niño participa en la selección de situaciones y actividades; en la forma de organización del grupo, en la selección de los materiales y en la forma de organizar el espacio, por su parte, el educador habrá de cuestionar y guiar la toma de decisiones, buscar la mejor manera de aprovechar las actividades y los materiales así como preveer las condiciones que hagan posible el logro de los propósitos planeados.
Referente a la evaluación, ésta consiste en un seguimiento permanente  del proceso de desarrollo del niño, mismo que se manifiesta en la forma como el niño resuelve problemas, establecer relaciones entre objetos, comete “errores” se comunica, se interrelaciona con otras personas, participa etc.
       El lenguaje como actividad eminentemente social, avanza a medida que el niño tiene la necesidad de comunicar lo que piensa y siente, al tratar de ponerse de acuerdo con otros, para agradar, jugar y compartir. Bajo esta perspectiva cabría reflexionar que tan adecuado es tratar de suplir, con horas de ejercitación del lenguaje, la riqueza de una experiencia social con sus compañeros de escuela, otros niños provienen de hogares en los que viven situaciones de angustia, temor y agresividad por el tipo de relación que existe entre los adultos con los que convive, algunos tratan de repetir  éstas formas de comportamiento  en la escuela, seria inadecuado considerar esto como una alteración en el desarrollo o como un problema de aprendizaje, pues se observa que el niño ha aprendido bien lo que ha vivido y está en posibilidad de aprender nuevas formas de relación con los demás, bajo una atmósfera de aceptación, seguridad, respeto y cooperación.
Piaget solía relatar una anécdota de su maestro Claparede cuando escuchaba algún reproche sobre la culpabilidad del niño por no aprender en la escuela: “…. Debería impartirse a los futuros maestros de escuela una enseñanza de psicología animal con trabajos prácticos, entrenamientos, etc. Porque cuando fracasa el entrenamiento de un animal, el domador piensa siempre que la culpa es suya, mientras que cuando se educa a un niño y se fracasa la culpa es siempre del niño…” Piaget finalizaba diciendo, “al final, no son los niños quienes merecen los azotes”

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