lunes, 16 de mayo de 2011

LA BUENA MUERTE

En la actualidad la mayoría de las personas mueren en los hospitales, sin embargo el hospital de hoy es un lugar para el diagnóstico y la curación, es un mal lugar para llevar a los enfermos terminales que por su definición ya están diagnósticados y son incurables, la muerte en el hospital molesta, es una carga, muchos doctores no miran cara a cara y sobre todo, a los ojos a pacientes terminales o moribundos por temor y el enfermo lo nota percibiéndose apestado y además muchas veces se les pone una cortina de separación, lo que indica un aviso premonitorio de un desenlace fatal.
No suele haber un médico que se presente con nombre y apellidos desde el momento del ingreso y que sea responsable de comunicarle al enfermo todo lo referente a su proceso y evolución, sino que existe un cambio continuo de profesionales; la mayoría de los cuales ni se presenta y acuden junto al enfermo para explorarlo, para solicitar una radiografía, para llevarlo a radiología a realizar una prueba etc.
¿Qué pide el enfermo detrás de la satisfacción de sus necesidades? ¿Cuáles son las verdaderas preguntas que se nos plantean? ¿Soy todavía digno de atención aunque ya no corresponda más a la imagen que he proyectado a lo largo de mi vida? ¿Soy digno de amor ahora que ya no puedo hacer nada más, que estoy físicamente deteriorado? ¿Acaso no resulto un gran peso para los otros? ¿Acaso no me he convertido en una carga inútil? ¿Todavía formo parte de la comunidad de los seres vivos?
      Debemos responder estas ansiosas interrogaciones del enfermo con ternura: “Tu vida cuenta para mí, eso que sucede entre tú y yo tiene importancia para mí y cada momento es precioso”
Uno puede dar a una persona la vivencia de dignidad y por el mismo medio, atenuar considerablemente la angustia de los últimos instantes.
      El 17 de Noviembre de 1979, el escritor Michel Landa, quien padecía un cáncer de pulmón, escribió  en el periódico Le Monde:
El derecho a morir dignamente, en la lucidez, la ternura, sin otras preocupaciones que aquellas inherentes a la separación y al desmoronamiento incalculable de la forma anterior de vida, este derecho se vuelve evidentemente un imperativo, pues la vida puede ser prolongada hasta las últimas ruinas, inclusive más allá”
      Algunas personas desean ser informadas de la evolución de su enfermedad, del pronóstico, discutir con los médicos las terapias propuestas. Desean conservar el mayor tiempo posible su autonomía, sobre todo si está no se puede ejercer más que en pequeños detalles como en expresar su necesidad de dormir, de quedarse solo, o por el contrario, de tener a su lado la presencia de alguien.
Para la mayoría de la gente, morir dignamente es morir sin sufrimiento y ser acompañado respetuosamente, pero para algunos, este compromiso no es suficiente, la dignidad también concierne a la manera de ser atendido y aliviado por los otros.

SI PUEDES CURAR, CURA
SI NO PUEDES CURAR, CALMA
SI NO PUEDES CALMAR, CONSUELA.

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